Galileo
y las manchas solares
Galileo
Galilei y las manchas solares: una pugna de siglos.
Jesús
A. Guerrero O.
Asociación Larense de Astronomía, ALDA.
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Mucho
se ha escrito sobre la vida de este eminente científico florentino,
nativo de Pisa y su extraordinario aporte a la astronomía
observacional. Nadie pone en duda que fue Galileo, el primer ser humano
que dirigió un telescopio hacia el firmamento en busca de las
interrogantes, que aún hoy nos agobian. Aún en
los actuales momentos, cuando se han encontrado ciertas evidencias que
sugieren la posibilidad de que los vikingos y los babilónicos conocían
y hacían uso del telescopio, el
aporte descomunal realizado por Galileo, lo hace permanecer en un sitial
sin parangón en la historia de la humanidad. |
Por
supuesto que eso no quiere decir que su existencia haya sido tranquila.
Muy por el contrario, la misma se encontró signada por la adversidad,
el enfrentamiento y la desazón.
Una de
las pugnas, que todavía
perdura es sobre el descubrimiento de las manchas solares.
Si bien
los astrónomos chinos ya habían observado las manchas solares desde el
año 1.200 antes de Cristo, el re-descubrimiento de las mismas a
comienzos del siglo XVII, desencadenó una rivalidad, que aún casi 400
años después, perdura.
El
inicio de la observación telescópica del Sol produjo el enfrentamiento
entre dos grandes titanes de la historia de la astronomía: Galileo
Galilei y Christopher Scheiner. El
primero de ellos, considerado el padre de la astronomía observacional,
el segundo, el padre de la observación solar.
Dibujo de manchas solares en el libro de Scheiner "Rosa Ursina" (1630). |
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Si nos
atenemos a los registros históricos, el descubrimiento de las manchas
solares corresponden al astrónomos holandés Johannes
Fabricius, quien
reportó su existencia en 1610. Pero Fabricius no pudo establecer la
naturaleza de las manchas. En ese entonces, la concepción Aristotélica-Ptolemaica
de la astronomía, establecía la perfección de los cielos, por lo
tanto afirmar la existencia de manchas en el Sol , no era un
descubrimiento que pudiera traer beneficios.
Posteriormente,
en Abril de 1611, el padre jesuita de origen alemán, Christopher
Scheiner, observa las manchas solares y publica su existencia en
Noviembre del mismo año. La concepción de inmutabilidad de los cielos,
conduce a Scheiner a concluir inicialmente que se trataban de efectos ópticos
y después, al darse cuenta de su error, concluye que son planetas que
se desplazan delante del Sol. En cartas dirigidas al burgomaestre Marco
Velseri con el pseudónimo de “Apelle”, Scheiner desarrolla toda una
exposición y teoría sobre la naturaleza de las manchas solares.
Velseri,
conocedor de la autoridad de Galileo en la materia, le remite las tres
cartas enviadas por Scheiner, para que sea este quien emita una opinión
al respecto y comienza una rivalidad de trágicos desenlaces.
Los
demoledores argumentos esgrimidos por Galileo en su respuesta a Velseri,
ridiculizaron a Scheiner, quien se dejó llevar más por sus prejuicios
religiosos que por la evidencia científica ante sus ojos. En su
respuesta, Galileo le expone que él había observado las manchas
solares desde Octubre de 1610, seis meses antes que Apelle (Scheiner).
Algunos
extractos de la respuesta de Galileo se presentan a continuación:
...sobre
la esencia, el lugar y el movimiento de dichas manchas, ante todo no
cabe duda que son cosas reales y no simples ilusiones ópticas, como
dice el amigo de su ilustrísima , el falso Apelle, en su primera
carta...
...yo
las llevo observando 18 meses, se las he mostrado a varios amigos íntimos
y el año pasado, por estas fechas, las mostré en Roma a varios
prelados y caballeros...
...una
vez establecidos por el autor, el falso Apelle, que dichas manchas no
son ilusiones ópticas o defectos del ojo, intenta determinar el lugar
por ellas ocupado en el universo, sosteniendo que no están en el aire
ni en la esfera solar...
...con
respecto a la primera afirmación, la falta de paralaje lleva a la
conclusión de que las manchas no están en el aire, o sea cerca de la
Tierra...
...afirmar
como él hace, que en el Sol no puede haber manchas oscuras, no tiene
sentido... si en alguna ocasión se le viera impuro y manchado, ¿Por qué
no íbamos a llamarlo manchado e impuro?...
...los
nombres y los atributos de las cosas tienen que adaptarse a su esencia;
porque primero existieron las cosas y después los nombres...
...lo
que dice Apelles, es decir que las manchas aparentes del Sol son mucho más
negras que las de la Luna, es una afirmación falsa; pienso que las
manchas solares no sólo son menos oscuras que las manchas lunares, sino
que incluso son casi tan brillantes como las partes más luminosas de la
Luna...
...demostrar
que son permanentes es muy difícil, incluso imposible; el mismo Apelle
habrá descubierto algunas lejos del centro de la circunferencia solar y
habrá visto a otras desvanecerse antes de atravesar todo el disco, como
yo he visto en varias ocasiones...
...no
afirmo ni niego que estén sobre la superficie del Sol, simplemente digo
que no está suficientemente demostrado que no lo estén...
Esta última
aseveración de Galileo, una de las finales en su carta del 4 de Mayo de
1612, a Marco Velseri, es una muestra del tacto necesario, al tratar
temas espinosos, fácilmente catalogados por la iglesia de esos tiempos,
de herejía.
Pero la
evidencia científica que se iba acumulando observación tras observación,
produjo los textos que condujeron al enfrentamiento con la estructura
religiosa de la época. Y Galileo comparece ante la Santa Inquisición,
por primera vez, en 1615.
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El
trabajo observacional de ambos continua, pero Galileo se dedica más a
trabajos sobre mecánica clásica. A pesar
que los dos observaban el Sol, proyectándolo sobre una hoja de papel en
blanco, al comienzo Galileo realizó observaciones directas del Sol,
aprovechando cuando las nubes se interponían al disco solar, o en las
mañanas o atardeceres, cuando la intensidad de la luminosidad solar se
hacía soportable a la vista. Esta práctica terminó por dejarlo
totalmente ciego, hacia el final de su existencia.
En
1630, Scheiner publica su obra máxima de observación solar, la “Rosa
Ursina”. En ella vierte años de observación telescópica del Sol e
innumerables gráficos con dibujos de las manchas solares y sus
desplazamientos. |
Galileo,
responde en 1632, con la publicación de su “Dialogo sobre los dos
sistemas máximos del mundo” en donde contrapone la concepción
aristotélica a la nueva teoría copernicana, de la cual él es asiduo
impulsador. En este libro, Galileo precisa que el Sol es un cuerpo de
gira con un periodo de 29 días, en torno a un eje que se encuentra
inclinado 14º. Esta
publicación lo conduce a la última y definitiva comparecencia ante el
Santo Oficio, el 22 de junio de 1633, que lo condena a adjurar de sus
descubrimientos y a vivir
encerrado hasta el fin de sus días.
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Si bien
antes que Galileo, ya se habían observado las manchas solares, él tuvo
el merito de descubrir su verdadera naturaleza, desechando las teorías
que las consideraban fenómenos atmosféricos del Sol o planetas
transitando a través del disco solar.
La
aplicación correcta del método científico y un discernimiento
preciso, lo condujeron a realizar extraordinarios descubrimientos, pero
también le trajeron grandes sinsabores. No en balde, Galileo siempre
pensó que los Jesuitas, la compañía de su gran opositor, Scheiner,
jugaron un papel importante en su comparecencia ante el Santo Oficio.
Galileo
murió preso y ciego, en la villa de Arcetri, cerca de Florencia, el 8
de enero de 1642.