LeVerrier y el fantasma de
Vulcano
La Ley de la Gravitación Universal, presentada por Newton en 1687, había explicado el movimiento planetario de forma óptima desde su presentación, estableciendo el nacimiento de la mecánica celeste; sin embargo, lo único que no lograba explicar, eran ciertas anomalías presentes en la órbita de Mercurio, uno de los fenómenos que generó gran desconcierto en la comunidad científica de mediados del siglo XIX, hasta principios del siglo XX.
Una de las primeras explicaciones para la precesión del perihelio de Mercurio, provino del matemático de origen francés Urbain Le Verrier, ampliamente conocido por el descubrimiento “matemático” de Neptuno en 1846, el cual se debió a la existencia de pequeñas anomalías en la órbita de Urano y las cuales derivaron en el razonamiento de la existencia de un planeta que perturbaba a Urano, así aplicando los principios de la mecánica celeste logró calcular la presencia de Neptuno, siendo confirmado sus cálculos con las observaciones efectuadas por Johann Galle.
Posterior a su descubrimiento, se encontraba en una situación similar con Mercurio, llegando de forma sencilla a la conclusión de la existencia de un planeta hasta entonces no avistado, que se encontraba entre el Sol y Mercurio, perturbando la órbita de este último y generando la precesión del perihelio. Sin embargo, Le Verrier muere en 1877, dejando la hipótesis de Vulcano como tarea en el quehacer astronómico y con el firme convencimiento de haber descubierto dos planetas del Sistema Solar.
Tras décadas de constante e infructuosa búsqueda, finalmente, el hipotético Vulcano fue expulsado del acontecer astronómico en el año 1915, cuando Albert Einstein logró determinar con exactitud el movimiento de los planetas del Sistema Solar, incluida la polémica órbita de Mercurio, mediante el uso de la Teoría de la Relatividad General.
Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Vulcano_(planeta_hipot%C3%A9tico)