El
		proceso de la vida en la Tierra 
         
 
        
El proceso de la vida en la Tierra no debe ser muy diferente al proceso de la vida en el Universo. Sin embargo, vamos a hacer mayor énfasis en los aspectos inherentes al surgimiento de la vida en el planeta Tierra, aunque en líneas generales, hay circunstancias que presentan cierto paralelismo.
 
El origen de la vida en la Tierra sigue siendo uno de los problemas fundamentales en la ciencia a los que no se le ha encontrado solución. En su búsqueda se entrelazan dos grandes disciplinas del conocimiento humano: la biología y la ciencia planetaria.
 
El
		surgimiento de la vida en la Tierra puede tener dos vías: 
1.
		Se produjo en ella por procesos no biológicos (Endogénesis).
2.
		Fue portada de otros lugares o planetas (Exogénesis).
 
La
		mayoría de los científicos está a favor de la primera opción (endogénesis).
		La exogénesis, aunque ha captado la atención de algunos, aún no posee
		aceptación entre una gran cantidad de ellos.
 
Una
		explicación a grandes rasgos de ambas se presenta a continuación: 
 
Endogénesis.
La
		endogénesis plantea la posibilidad del surgimiento de la vida en la
		Tierra, por procesos no biológicos.
 
De
		una composición fundamental de la atmósfera (básicamente hidrógeno),
		la luz ultravioleta del Sol y las descargas eléctricas (rayos),
		produjeron la descomposición de las moléculas.
 
La recombinación de estas en los océanos, aunados a una continua descomposición molecular, produjo de manera espontánea y aleatoria, moléculas capaces de autocopiarse (replicarse), utilizando para ello como bloques fundamentales, otras moléculas de la llamada “sopa originaria”.
 
En
		1950, Stanley Miller y Harold
		Urey, reprodujeron en un laboratorio, el surgimiento de moléculas
		orgánicas a partir del bombardeo mediante electricidad, de gases y
		compuestos presentes en la atmósfera primitiva de la Tierra, como
		metano, amoníaco, sulfuro de hidrógeno y agua. 
 
		
Exogénesis.
La
		idea de la diáspora de la vida fue denominada panspermia por el
		químico sueco Svante Arrhenius
		(1859-1927) en 1903. Esta idea fue secundada por el astrofísico
		inglés Fred Hoyle quien en su
		trabajo “Astrochemistry, Organic molecules and the origin of
		life” (Astroquímica, moléculas orgánicas y el origen de la
		vida) en 1978, planteó la posibilidad que la vida fuese
		transportada en el Universo por los cometas. 
 
Algunas
		consideraciones y descubrimientos. 
La
		historia de la vida en la Tierra se extiende desde hace unos 3.800
		millones de años, justo después del intenso bombardeo de
		las ultimas piezas de residuos interplanetarios que terminaron de formar
		a la Tierra. Antes
		de esta fecha, los masivos y constantes impactos, hicieron del planeta
		un lugar muy caliente e inhóspito para el surgimiento de la vida.
 
Cuando
		disminuyeron sensiblemente las grandes caídas, distanciándose miles y
		hasta millones de años, las grandes emisiones de gases, producto del
		intenso calor reinante, terminaron por saturar la atmósfera y preparar
		las condiciones para las primeras lluvias. Una de esas moléculas
		expelidas en forma de gas fue la del agua. Cómo un componente
		importante de los núcleos cometarios son las moléculas de vapor de
		agua, estas pudieron ser transportadas a la Tierra por los cometas.
 
Al
		caer las primeras lluvias, el  agua suministró el caldo de cultivo de
		donde surgiría la vida. Y la vida floreció con extremada rapidez. Los
		primeros fósiles conocidos datan de hace 3.500
		millones de años, apenas  300 millones de años después del
		último bombardeo. 
 
De
		los primeros organismos unicelulares procariotas
		anaeróbicos (bacterias) surgen los procariotas
		aeróbicos (que consumen oxígeno) y los procariotas
		multicelulares (algas verde azuladas). Posteriormente
		aparecen los organismos eucariotas
		(seres vivos multicelulares), hasta llegar a toda biodiversidad
		existente en la actualidad.
 
Una
		descripción más detallada de este proceso se encuentra en la sección Historia
		Geológica de la Tierra.
 
El
		geoquímico alemán Manfred Schidlowski
		sostiene que la vida ya estaba presente en la Tierra hace 3.800
		millones de años. Schidlowski
		afirma que extrae esa conclusión debido a los patrones observados por
		los isótopos de carbón en rocas sedimentarias. Al existir actividad
		biológica, estos isótopos asumen patrones determinados, que han sido
		identificados en rocas surgidas casi al mismo momento en que terminó el
		proceso de formación de la Tierra como planeta. 
 
Mayo
		Grenberg
		(Universidad de Leiden) y Richard Davies
		(Universidad de Pennsilvania) han hecho serias consideraciones sobre
		como los organismos pueden sobrevivir el transporte a través del medio
		espacial. Si bien no resuelven el problema del origen de la vida, puede
		ser una explicación del origen en la Tierra de la misma.
 
La razón principal que lleva a los científicos a considerar el origen extraterrestre de la vida es su rápido surgimiento, después de la constitución de la Tierra como planeta. La “sopa primordial” de donde comenzaría a surgir la vida, tiene muy poco tiempo, según los últimos descubrimientos científicos.
 
Estas
		y otras razones hacen sospechar que los cometas son los portadores de la
		vida en la Tierra y en el Universo. Espectroscopia realizada sobre los
		cometas Halley  (1986), Hyakutake
		(1996) y Hale-Bopp (1997), ha
		revelado que el núcleo cometario es rico en materiales orgánicos. 
 
Los
		científicos partidarios de la Exogénesis,
		también se han dedicado a analizar el polvo interestelar. Entre los
		cometas y el polvo interestelar, es este último
		el que posee la mayoría de los compuestos orgánicos. Cada partícula
		de polvo interestelar posee tres capas: un núcleo mineral, un manto de
		compuestos orgánicos y una cubierta de hielo. En este sentido es
		importante resaltar la detección en 1963 de hidróxilo
        
		(hydroxyl) en el medio interestelar. El hidróxilo
		es un radical compuesto por un átomo de oxígeno y uno de hidrógeno.
		Hasta el momento se han logrado detectar más de 50 moléculas y
		compuestos orgánicos en el medio interestelar, siendo los más notables
		la glicina (1994), ácido
		acético (1996), glicolaldehido (molécula
		de azúcar, en el 2000), sal y
        
		glicol etileno en el 2002.  
 
Una
		interrogante que asalta a los investigadores es: Si los complejos orgánicos
		pueden sobrevivir al medio interestelar, ¿Por qué no los
		microorganismos? Jay Melosh científico
		planetario de la Universidad de Arizona, ha teorizado que la vida ha
		podido eyectarse de los planetas por los impactos de asteroides y
		meteoritos. El descubrimiento del meteorito marciano ALH84001
        en nuestro planeta, es una prueba de la migración que podría ocurrir
        entre los planetas.
 
Si los cometas han sido los vehículos de transporte utilizado por la vida para desplazarse en el Universo, no necesariamente tienen que ser cuerpos confortables para los microorganismos. Ellos pueden subsistir en esporas o en hibernación. De hecho las condiciones de vacío y frío reinantes en la superficie de los cometas son las condiciones que utilizan los científicos para almacenar bacterias (liofilización).
 
Algunos
		microorganismos pueden resistir intensos rayos cósmicos por millones de
		años. Organismos alojados en la superficie del objeto (cometa, polvo cósmico)
		pueden acumular dosis letales de radiación, pero los situados en su
		interior, no. Mientras que una dosis de  1.000
        Rad. es suficiente para
		matar a un ser humano, microorganismos pueden soportar altas dosis sin
		que se dañe su ADN. Las dosis de esterilización experimental inyectan
		entre  2 a 3 millones de Rad. Esto es lo que recibiría un microorganismo
		expuesto al medio interestelar por 10 millones de años.
 
Raúl
		Cano
		y Mónica Borucki, biólogos
		moleculares (Universidad Politécnica del Estado de California) han
		reportado que una bacteria preservada en ámbar por 25 millones de años,
		logró ser revivida. David Gilichinski 
		(Academia de Ciencias de Rusia) y otros científicos rusos han
		encontrado (y reanimado) organismos incrustados en el permafrost
		siberiano, después de períodos de 3 millones de años y temperaturas
		de –10ºC. Otros científicos han especulado que bacterias podrían
		sobrevivir en sal hasta por 200 millones de años.
 
Todas
		las teorías del surgimiento de la vida a partir de materia inanimada,
		plantean al agua como vehículo ambiental. Ciertas algas pueden crecer
		en bancos de hielo. Pero sólo lo hacen cuando el hielo, actuando como
		una esponja,  ha retenido
		cerca del 50% de agua. Otros organismos crecen al margen de los
		casquetes polares, sobre la superficie de los glaciares, pero sólo en
		pequeñas piscinas de agua.
 
En los cometas existe mucho frío para que exista agua líquida. Pero al comienzo del Sistema Solar, muchos cometas pudieron unir el suficiente material radiactivo para calentar sus núcleos y producir agua líquida. Unos de los principales generadores de calor pudo ser el aluminio 26, que tiene un tiempo de vida promedio de un millón de años.
 
El calor generado pudo producir un núcleo líquido de varios kilómetros de tamaño. Las simulaciones por computadora fijaron que estos núcleos líquidos podrían permanecer así entre 10 millones hasta 1.000 millones de años, dependiendo de las capas exteriores del cometa. Las últimas simulaciones son algo ambiguas y no se puede concluir sobre lo que pasaría en estos cuerpos.
 
De
		ahí la importancia de las misiones Rosetta
        (ESA) y Stardust (NASA), después
		de fracasada la misión CONTOUR (Comet
		Nucleus Tour). La misión Rosetta
        fue lanzada el 2 de marzo del 2004  y alcanzará al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko
        en 2014; inicialmente estaba
        programada para encontrarse con el cometa Wirtanen,
        pero retrasos en su lanzamiento hicieron perder la ventana de
        lanzamiento, siendo reprogramada para el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
        La sonda
        Stardust  se aproximó el 2
        de Enero del 2004  a menos de 200 km del cometa  Wild 2,
        logrando extraordinarias imágenes del núcleo cometario y recolectando
        muestras de su cola en una gel especial. La sonda CONTOUR,
        lanzada en julio del 2002, tenía
		previsto encontrarse con los cometas Encke
		en noviembre de 2003, Schwassmann-Wachmann-3 
		en junio de 2006 y d'Arrest
		en 2008, pero no pudo ser colocada en la órbita de transferencia
        deseada.
 
Dependiendo
		de los mecanismos desarrollados en el seno del cometa, la vida puede
		tener tres orígenes:
Fototrópica: proveniente de la luz.
Heterotrópica:
		proveniente de acción directa de los organismos.
Quimotrópica:
		proveniente de reacciones químicas inorgánicas.
 
En
		principio, heterótropos y quimótropos
		podrían evolucionar dentro de los núcleos cometarios. Ahí encontrarían
		agua líquida y material orgánico para proporcionar los bloques básicos
		para la constitución de la vida de las primeras células, así como su
		comida si fuera heterótropo  o los
		químicos como el  hidrógeno y el  anhídrido carbónico, que utilizaría
		si fuera quimótropo.
 
Las
		corrientes convectivas impulsadas por la expulsión de calor revolverían
		esta sopa primordial. Incluso se ha sugerido que los granos minerales de
		cometas serían excelentes sitios para las formas tempranas de vida
		basadas en la química inorgánica. Dado lo poco que sabemos del origen
		de la vida en la Tierra, la mayoría de nuestras teorías pueden
		aplicarse al centro líquido de cometas 
		
 
Si
		la vida se origina de manera individual en los cometas, se podría dar
		el caso de una vida diferente dentro de cada uno. ¿Se puede conciliar
		esto con la observación de un solo tipo de vida en la Tierra? Toda la
		vida terrestre es bioquímicamente idéntica;
		todos los organismos usan el mismo código genético de ADN y los mismos
        
		20 aminoácidos para construir las proteínas. Parece improbable que esa
		vida se haya originado exactamente de la misma manera en todos los
		cometas.  
 
Podría
		ser que los organismos en el planeta son todos descendientes de las
		formas de vida del primer cometa, que con éxito infectó la Tierra estéril.
		Si algunas formas de vida llegaron rezagadas en cometas subsecuentes,
		pueden haber tenido esfuerzos infructuosos para encontrar nichos entre
		los residentes enconchados. Con esta secuencia, la vida en la Tierra sería
		distinta de la vida en cualquier cometa en particular.
 
Por
		otro lado, si los cometas fueran meramente vehículos que traen la vida
		de fuera del Sistema Solar, entonces toda la vida en todos los cometas
		sería la misma e igual a la vida en la Tierra. De ser así, esta
		circunstancia sería una ayuda y un estorbo para los científicos que
		realizan la búsqueda de vida en los cometas: una ayuda porque se sabría
		de una manera clara lo que se busca, pero un estorbo porque sería muy
		difícil evitar la contaminación por microbios terrestres similares.  
		
 
Claro,
		la idea que la vida se levantó en los cometas es especulativa. Más
		cierto es el papel menos directo que los cometas probablemente jugaron
		en el origen de vida en la Tierra - no trayendo la vida, pero si los
		compuestos orgánicos (agua y otros materiales) de los que la vida
		depende. 
 
Muchos de los objetos que impactaron nuestro planeta durante el bombardeo primigenio, eran cometas cargados con el agua, nitrógeno, y anhídrido carbónico: precisamente los compuestos volátiles necesarios para hacer de la temprana Tierra un lugar para la vida. Mucho del material frágil orgánico en los cometas se habría destruido en el rápido y ardiente impacto con la Tierra, pero los pedazos de corteza cometaria que escaparon de la incineración, se habrían diseminado por grandes extensiones del planeta y el espacio, con partículas ricas en compuestos orgánicos. Incluso hoy, estas partículas son colectadas por la Tierra y debido a su tamaño pequeño, no se funden o se evaporan completamente en la entrada atmosférica.
Los
		impactos de grandes cometas habrían provocado extinciones
		masivas de especies. Si el cometa es muy grande podría
		esterilizar la Tierra y conducirla a reiniciar los procesos que
		desencadenarían de nuevo la vida en ella. De aquí podemos concluir que
		los impactos cometarios han jugado un papel primordial en la evolución
		del planeta y sus especies.  
Cualquier
		cometa que transportase agua y carbono, necesarios para la biosfera,
		también trajo la vida a la Tierra desde las profundidades de nuestro
		Sistema Solar. 
Ahora
		una pregunta que se hacen los científicos planetarios es ¿Pueden
		existir las mismas posibilidades en otros sistemas planetarios? Hasta el
		momento sólo existe evidencia directa de nubes de cometas
		en torno a las estrellas 47 Ursae Majoris,
        Beta Pictoris (gracias a la sonda
		FUSE, Far Ultraviolet Spectroscopic Explorer) y CW
		Leonis (sonda SWAS, 
		Submillimeter Wave Astronomy Satellite).  
Otra
		incertidumbre es la distribución y tamaño de los exoplanetas
		(planetas fuera del Sistema Solar). Para que los cometas jueguen un
		papel importante en el surgimiento de la vida en los  planetas tipo
        Tierra, deben haber planetas gigantes hacia el exterior del sistema
		planetario, de manera que actúen como barrenderos o esparcidores de
		cometas en curso de colisión con planetas más hospitalarios,
		localizados más cerca a la estrella central, dónde el agua puede
		permanecer en estado líquido.  
El
		próximo paso en la investigación de la posibilidad de vida en los
		cometas será analizar sus materiales orgánicos. Una  firma de vida en
		la Tierra es el uso de sólo aminoácidos levógiros
		(compuestos que en solución, hacen girar hacia la izquierda, el plano
		de la luz polarizada) y no dextrógiro
		(giro hacia la derecha). Esta selectividad, conocida como Chiralidad,
		no está asociada con cualquier proceso no biológico conocido (con la
		pequeña excepción de la fuerza nuclear débil, que genera un minúsculo
		exceso de variedad levógira). Encontrar en los compuestos orgánicos
		dentro de los cometas, esta clara chiralidad sería una
		buena evidencia de nuestro origen biológico. 
Finalmente,
		una búsqueda completa de vida en los cometas requerirá de muestras del
		material de la superficie cometaria y de sus profundidades 
		devueltas a la Tierra. Los análisis posteriores pueden revelar
		mucho de una de las más grandes interrogantes científicas.   
		
Material guía:
Carl
		Sagan, Cosmos, Carl Sagan Productions Inc. 
		
Christopher
		McKay, Promethean Ice, Space Science Division, Ames Research
		Center.